La Biblia menciona varios tipos de criaturas fabulosas que estaban cerca de Dios. Uno de ellos es un querubín. Este es el nombre del representante alado del segundo rango angelical que sigue a los serafines. Estas criaturas ocupan un lugar de honor en la jerarquía celestial.
Sobre la jerarquía celestial
Las fuerzas celestiales en el cristianismo, aunque etéreas, tienen su propio sistema de sumisión estricto y complejo. A comienzos de los siglos V y VI, se creó un tratado sobre la jerarquía celestial, cuya autoría aún no se ha establecido. En este texto, que se atribuye con mayor frecuencia al teólogo Dionisio el Areopagita, la estructura del sistema de fuerzas celestes se presenta de manera bastante completa.
La jerarquía celestial incluye nueve rangos angelicales, que se dividen en tres niveles, grados, "esferas". Por cierto, en los antiguos íconos de los habitantes celestiales, de hecho están representados en forma de esferas. El primer grado incluye serafines ardientes y ardientes. Estas son criaturas de seis alas más cercanas al trono divino.
Los serafines glorifican a Dios, arden de amor por el Creador y despiertan los mismos sentimientos en los demás.
El segundo nivel en la jerarquía celestial son los querubines. Un autor desconocido del ensayo los presenta como criaturas con cuatro caras y cuatro manos. Estos son intercesores que difunden el conocimiento de Dios. La misión de los querubines es contemplar constantemente al Creador. También transmiten al mundo la profunda sabiduría divina derivada de una fuente superior.
De los representantes de otras esferas celestiales, los más notables son los arcángeles y los ángeles. Los primeros son maestros celestiales y superiores para representantes de los niveles inferiores. Pero los ángeles, según la tradición cristiana, están en la jerarquía celestial más cercana al mundo terrenal. Su tarea es informar a las personas sobre las intenciones del Creador, y también instruir a todos en el camino de una vida santa llena de virtud.