El éxito de cada país está determinado por la presencia de un líder fuerte con carisma. El siglo pasado le ha dado al mundo muchas figuras políticas que han dejado una marca notable en la historia de sus países. Estas personas importantes se pueden atribuir con seguridad a Mustafa Ataturk, Konrad Adenauer y Margaret Thatcher.
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Mustafa Kemal Ataturk
Ataturk, en su Turquía natal y en todo el mundo, es considerado uno de los reformadores más talentosos del siglo XX. Fue presidente de Turquía desde 1923 hasta 1938. Bajo Ataturk, el país se convirtió en un estado secular, cambió al alfabeto latino. Se llevó a cabo la emancipación de la mujer, se tomaron medidas para fortalecer la promoción de la cultura occidental. Pero todas estas transformaciones yacen solo en la superficie de la amplia actividad reformadora del político.
Al comenzar las reformas, Mustafa Kemal Atatürk realizó un análisis profundo y completo de la situación en Turquía, y también estudió cuidadosamente las características del modelo de estado adoptado en Occidente. El resultado fue la transformación del antiguo Imperio Otomano, que se distinguió en gran medida por el atraso y el medievalismo, en un estado moderno construido sobre los ejemplos más efectivos de su tiempo.
Conrad Adenauer
Después del final sin gloria de la Segunda Guerra Mundial para Alemania, el país estaba en un estado deplorable. Muchas ciudades yacen en ruinas. Los valiosos equipos conservados en las empresas sobrevivientes fueron retirados por los ganadores para su reparación. El pueblo alemán experimentó el vacío interior, la confusión y la decepción. Fue durante este momento difícil que Konrad Adenauer se convirtió en el canciller del estado recién creado, llamado República Federal de Alemania.
Cuando asumió el cargo, la política ya tenía más de setenta años. Vivió una vida llena de acontecimientos y fue testigo de transformaciones a gran escala en el país y el mundo. Bajo el liderazgo de este político visionario, Alemania se ha convertido en un estado europeo fuerte. El político en su trabajo utilizó activamente su autoridad incuestionable, aunque se basó en métodos muy estrictos para gobernar el país. Adenauer renunció en 1963 por su propia voluntad. El período de su reinado en Occidente se llamó el "milagro económico alemán".