La civilización egipcia es una de las más antiguas del mundo. Su originalidad se debe en gran parte a las características geográficas del país. Egipto fue literalmente creado por el Nilo, reviviendo el desierto árido y convirtiéndolo en un jardín floreciente. Pero el desierto, al acercarse a las orillas verdes, hizo que los egipcios pensaran constantemente en la muerte.
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El mito de Osiris y Horus.
Un culto fúnebre se encuentra en el corazón de toda la cultura egipcia. Los egipcios creían que la vida terrenal era solo un breve momento antes de la transición a otra vida eterna. El mito de Osiris y Horus se convirtió en una especie de ilustración de esta idea de la muerte.
Nos dice que el dios de la fertilidad Osiris fue una vez un buen y sabio gobernante de Egipto. Fue él quien entrenó a su gente para cultivar la tierra y plantar jardines. Sin embargo, Osiris fue traicioneramente asesinado por su hermano, el Set vicioso y envidioso. El hijo de Osiris, el brillante halcón de Horus, derrotó a Seth en un duelo, y luego resucitó a su padre, permitiéndole tragarse el ojo. Pero Osiris, habiendo resucitado, decidió no regresar a la tierra, convirtiéndose en el gobernante del reino de los muertos.
Por supuesto, el mito de Osiris y Horus no debe tomarse demasiado literalmente. Esto no es más que una metáfora de la naturaleza moribunda y resucitada, cuya nueva vida es dada por un grano arrojado a la tierra. Y Horus, reviviendo a Osiris, encarna la luz solar que da vida.
Este mito, en muchos sentidos, dio origen a las ideas de los egipcios sobre el más allá. Cuando el faraón murió y otro tomó su lugar, el misterio tradicional se desarrolló. El nuevo gobernante fue declarado la encarnación terrenal del dios Horus, y el difunto fue llorado como Osiris. El faraón fallecido o noble noble fue embalsamado, un amuleto sagrado en forma de escarabajo fue colocado en su pecho. Finalmente, escribieron un hechizo que pedía al corazón del difunto que no testificara contra él en la corte de Osiris.