El hombre moderno extrae una parte significativa del conocimiento de los medios. Pero hubo momentos en que el nuevo conocimiento solo se podía obtener de los libros. Los primeros libros fueron hojas de papiro o pergamino garabateados con signos pulcros, enrollados o engrapados.
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De la historia de los libros
Durante algún tiempo, las leyendas orales fueron la única fuente de información. La transferencia de conocimiento y experiencia se llevó a cabo en la antigüedad de persona a persona, de boca en boca. Además, la información a menudo se perdió o se distorsionó más allá del reconocimiento. Para deshacerse de esta deficiencia, la gente comenzó a buscar formas de consolidar el conocimiento sobre una base material, utilizando una escritura pintoresca y luego un discurso escrito.
Las civilizaciones antiguas más avanzadas finalmente inventaron la escritura. Para este propósito, se utilizaron ampliamente tableros de madera, tejas de arcilla o cera, láminas de metal blando. En el antiguo Egipto, por ejemplo, la información se registraba en hojas de papiro, hechas de una manera especial. Los primeros registros sobre papiro plegado en largos rollos datan del tercer milenio antes de Cristo. Podemos suponer que los rollos egipcios fueron los primeros libros conocidos en la historia.
Los primeros libros manuscritos sobre pergamino aparecieron mucho más tarde, poco antes del advenimiento de una nueva era. Las hojas de esos libros estaban unidas, formando pequeños volúmenes. Dado que uno solo podía soñar con copiar tecnología en esos años, personas especialmente capacitadas escribieron a mano los primeros libros de buena fe. Varios maestros podrían trabajar en un libro a la vez: uno preparó hojas de pergamino, el otro exhibió diligentemente carteles escritos en ellos, el tercero trabajó en ilustraciones.