Durante varios años en Siria, la guerra civil no se detiene. Las fuerzas armadas de oposición se oponen activamente a las autoridades oficiales, lideradas por el presidente Bashar al-Assad. Hasta el momento, todos los esfuerzos del estado y los mediadores internacionales no han llevado al fin del conflicto armado. Para detener la guerra en Siria, aparentemente, solo puede cambiar las posiciones de las partes en relación con la situación.
La situación en Siria a mediados de 2014
La oposición armada de Siria es extremadamente heterogénea. Varios grupos con diferentes objetivos políticos están actuando contra el régimen de Assad. Hay evidencia de que algunas partes de los rebeldes cuentan con el apoyo de la organización terrorista internacional Al Qaeda. Entre las fuerzas de la oposición, se puede encontrar a los islamistas radicales luchando por todos los medios para crear una coalición cohesionada capaz de derrocar al presidente Assad.
No hay unidad en el campo de los enemigos del actual presidente, lo que esencialmente obstaculiza las acciones de la oposición. Sus partidarios árabes y occidentales están haciendo esfuerzos para resolver las diferencias y crear un frente unido contra las autoridades sirias. Pero hasta ahora, tales intentos no han tenido éxito. Una de las razones por las que el conflicto se prolongó durante muchos años es precisamente porque Assad no se opone a un oponente político específico, sino a varios grupos dispares e insuficientemente armados.
Las autoridades del país alcanzan periódicamente éxitos locales en las hostilidades, pero después de esto la oposición contraataca. La falta de armas, suministros y miles de bajas en ambos lados no detienen a las fuerzas en guerra.
Los oponentes de Assad son apoyados activamente por los Estados Unidos, pero Rusia e Irán tradicionalmente están del lado de la élite política gobernante hoy.