En psicología, existe el término "efecto Dunning-Krueger": este es el estado de una persona que, con bajas habilidades, se considera talentosa e incluso brillante. Esta cualidad era característica de Florence Foster Jenkins, una pianista y cantante estadounidense que, sin embargo, dejó una marca notable en el arte.
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Biografia
La futura prima donna nació en 1868 en Nueva York. Los padres pudieron pagar cualquier capricho de su hija y trataron de educarla en el espíritu del arte. A la edad de ocho años, Florence fue enviada a estudiar música: comenzó a tocar el piano. Este trabajo cautivó tanto a la niña que decidió dedicarse por completo a la música.
Después de graduarse, Florence quería ir a Europa para continuar con su voz, pero su padre se negó a pagar la escuela. La niña no iba a renunciar a su sueño y huyó con su amante, Frank Thornton Jenkins. En Europa, ella dio lecciones de piano, estos ingresos y vivió. Y aunque todos los familiares y amigos tenían una actitud negativa hacia su idea de convertirse en cantante de ópera, constantemente se esforzaba por hacerlo.
Cuando Florence ya tenía menos de cuarenta años, su padre murió, dejando a su hija una buena herencia, y ahora ella podía realizar su sueño. La futura diva comenzó a tomar lecciones de los cantantes de ópera más famosos. Para entonces, ella vivía en Filadelfia, participó activamente en la vida musical de la ciudad e incluso fundó el club Verdi, donde invitó a los amantes de los clásicos.
Primeros reveses creativos
El primer concierto en solitario de Jenkins tuvo lugar en 1912, y desde entonces con bastante frecuencia comenzó a actuar en varios lugares. Su concierto anual en el Hotel Ritz-Carlton fue imprescindible, y pronto se hizo famosa en Nueva York.
Los espectadores de sus conciertos notaron que cuando comenzó a cantar, "nada podía detenerla", "se imaginaba a sí misma como una gran cantante". Fue llamada única debido al hecho de que su voz no coincidía con el nivel al que Jenkins afirmó. Ella no tenía un oído musical, una sensación de ritmo y poder de voz. E incluso el acompañante a veces no podía contener la risa durante su actuación. El público también se rió, pero Florence no le prestó atención.
En 1937, Jenkins grabó su primer disco, y todo esto también se hizo de una manera original: sin ajustes, sin ensayos. El disco fue grabado por primera vez, y el cantante lo llamó "magnífico". También se grabaron registros de él.
Durante mucho tiempo, Jenkins no estuvo de acuerdo en actuar en el Carnegie Hall, aunque esta escena se considera la más prestigiosa de Nueva York. Y finalmente, el 25 de octubre de 1944, esta actuación estaba programada. El público tenía prisa por comprar boletos, la emoción no tenía precedentes, los precios de los boletos crecían todos los días.
Florence tenía entonces 76 años, pero estaba en buena forma. El público durante el concierto la conoció como siempre, con risas y burlas. La cantante no demostró que estaba molesta, pero un mes después de este evento murió. La razón bien podría ser la decepción después del concierto.