Un don poético no es solo y no tanto la capacidad de rimar palabras. Un poeta difiere de otros ciudadanos en su capacidad de penetrar en la esencia de las cosas y los procesos. Y no solo para ver a través, sino para prever y advertir. Todo progreso es reaccionario si una persona se derrumba: estas son las palabras del gran poeta ruso Andrei Andreevich Voznesensky. Se pronunciaron palabras a mediados del siglo XX. Hoy, en la era del gran consumo, tales máximas caen de la corriente principal.
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Estudiante del Instituto de Arquitectura.
A menudo sucede que en la primera infancia una persona recibe un vector que indica su dirección en la vida. Andrei Andreyevich Voznesensky nació en la capital de la Unión Soviética, el 12 de mayo de 1933. El niño creció y se crió en la familia de un ingeniero que se dedicaba a la construcción de estructuras hidráulicas. Madre viene de debajo de Vladimir. En su tierra natal, en un pueblo con el colorido nombre Kirzhach, el niño lo visitaba todos los veranos. Cuando comenzó la guerra, Andrei y su madre fueron evacuados a la ciudad de Kurgan. Siendo ya un poeta famoso y reconocido, Ascensión señaló estos hechos en su biografía.
Después de la Victoria, al regresar a Moscú, el adolescente, además de estudiar en la escuela, no abandonó sus pasatiempos con la poesía y el dibujo. La vida literaria "furiosa" en la capital. Andrei siguió con interés las nuevas publicaciones en la prensa y, por supuesto, escribió sus propias líneas en un cuaderno normal. Decidió enviar un simple cuaderno de estudiante con sus poemas a Boris Pasternak para su revisión. A Boris Leonidovich le gustaron las muestras del joven, y se estableció una amistad entre ellos. El famoso poeta sabía muy bien cómo vivía la fiesta de los escritores y disuadió al joven de ingresar al Instituto Literario.
Después de graduarse de la escuela, Voznesensky, escuchando los consejos de un compañero mayor en la tienda, decidió obtener una educación seria e ingresó al Instituto de Arquitectura. Su carrera como arquitecto no le atrajo, pero estudiar en una universidad técnica amplía sus horizontes, estructura su intelecto y desarrolla su memoria. Andrey combina con éxito el entrenamiento con la creatividad. Las noches de poesía olvidadas en el Museo Politécnico requieren mucha energía y al mismo tiempo motivan un trabajo más productivo. En 1958, un año después de la graduación, aparecieron las primeras publicaciones del poeta en las páginas de periódicos y revistas.