La autojustificación es el dulce vicio de nuestras vidas. El hombre es un ser moral que está constantemente atormentado por la pregunta: "¿A quién debo dar la carga de mis pecados"? Muy a menudo, los padres, los genes "mimados", las estrellas, de acuerdo con el destino que se predice, o la era en que nos criamos, caen bajo la distribución. Los padres, en la mayoría de los casos, confían en la integridad de sus hijos y culpan a los amigos y a la sociedad, lo que pesa sobre el destino de su descendencia.
La auto justificación es un pecado antiguo
La autojustificación es uno de los pecados más antiguos. Adam lo hizo primero mientras aún estaba en el Jardín del Edén. Cambió su responsabilidad a Eva, y luego a Dios mismo. Desde entonces, la raza humana ha cometido constantemente este pecado. Adán, por lo tanto, estableció un modelo de comportamiento en cada persona. Y para corregir la situación, un nuevo Adán (Cristo) viene a la Tierra. Como resultado, todo cambia en la vida con Cristo, pero el resultado final dependerá del deseo de cada persona individual.
La autojustificación en el mundo moderno.
El hombre moderno es astuto. Él siempre está tratando de poner excusas. Desafortunadamente, la ortodoxia también se convierte en una especie de excusa. Si una persona de la iglesia no es llamada a rendir cuentas y averiguar la razón de este o aquel acto, puede nombrar varias razones que lo motivaron a hacerlo. El cristiano dirá brevemente: "El demonio ha engañado".
Un ejemplo similar, pero ya en la escala de un país entero, podría encontrarse en tiempos prerrevolucionarios. Poco antes de este evento, se legalizó la prostitución. Había casas de tolerancia legalizadas, y las mujeres que trabajaban allí tenían que recibir la comunión, la confesión y tomar notas del sacerdote cada año. No tenían derecho a trabajar en puestos ni en feriados importantes de la iglesia. Resulta que la gente no se libró del pecado, sino que trató de combinar lo incompatible. En este caso, el pecado y la ortodoxia, sin darse cuenta, excusas de que no son capaces de superar esta desgracia. Todo esto se convirtió en una de las razones de la revolución de 1917.
Suvorov, como hombre ortodoxo, planeó sus operaciones militares con mucho cuidado: fortaleció las líneas defensivas, colocó la fuerza militar de una manera especial y luego dijo: "Lo que pude, hice todo, y ahora lo dejé, como Dios quiera". Es muy importante que los cristianos del siglo XXI no den una razón a quienes lo buscan, que no conviertan el cristianismo en el avance y no lo conviertan en un factor de autojustificación. Una persona necesita ejercitar todos sus recursos, entregarse a todo lo que hace y luego confiar plenamente en la voluntad de Dios.