La nación es uno de los actores más importantes en política. La cuestión nacional recibe una atención considerable en los programas políticos de los partidos, independientemente de su espectro. Las naciones son a menudo los iniciadores del cambio político.
El término nación tiene una interpretación diferente. Puede denotar la población del país (o el propio estado), así como la comunidad étnica. Una comprensión moderna de la nación tomó forma durante la Revolución Francesa, cuando la autoconciencia nacional comenzó a tomar forma. Los revolucionarios franceses se caracterizaron como patriotas, respectivamente, fue la identidad cívica la que formó la base para la formación de la nación. Desde entonces, se ha entendido a la nación como una comunidad de personas históricamente establecida basada en la economía, el idioma, el territorio y la psicología, así como en las características culturales.
Algunos estudiosos creen que las naciones no pueden considerarse sujetos reales de los procesos políticos. En su opinión, las naciones son formaciones construidas artificialmente por elites políticas, limitadas dentro del estado. Sin embargo, uno apenas puede estar de acuerdo con esta posición. Dado que el aspecto nacional es a menudo la base de los requisitos para el estado. Fue la idea nacional la que se convirtió en la dominante para la intensificación de los movimientos contra la opresión y la esclavitud, la formación de estados nacionales.
En la vida política moderna, los problemas nacionales juegan un papel importante. Entre ellos, el desarrollo soberano, la igualdad de las naciones, los derechos inalienables de las naciones (para la autodeterminación, la autoidentificación, etc.). Los problemas nacionales pueden contribuir a un aumento en el nivel de participación política; desempeñan un papel importante en la lucha del partido, en el proceso de formación de instituciones políticas.
Las naciones pueden ayudar a resolver otros problemas sociopolíticos importantes. En particular, pueden ayudar a mejorar el nivel cultural de una nación en particular, o su seguridad social. Otros objetivos probables de los movimientos nacionales son la difusión de la identidad nacional (por ejemplo, al abrir escuelas con instrucción en el idioma nacional), ampliar los derechos a formas especiales de representación política e iniciativas legislativas.
Incluso hay una ideología separada: el nacionalismo, cuyo leitmotiv es la protección de los intereses de las comunidades nacionales en interacción con el poder estatal. Esta ideología se activa en momentos difíciles del desarrollo histórico del estado, cuando es necesario asegurar una alta cohesión de la sociedad y sus componentes. A veces, el nacionalismo puede tomar una forma extrema, que defiende la tesis de la superioridad de una nación sobre otra.
Las naciones son a la vez sujetos y objetos de la política. Sin embargo, el papel de las naciones no es el mismo. Según la posición que ocupan, se distinguen las naciones dominantes y oprimidas. Los primeros poseen todo el espectro de recursos políticos. Al realizar sus objetivos políticos, pueden confiar en el ejército, los organismos estatales, los medios de comunicación, etc. Las naciones oprimidas actúan como sujetos de política, ya que se oponen a las naciones dominantes. Ignorar sus intereses puede conducir a graves consecuencias negativas para la estabilidad de la sociedad.
Las relaciones nacionales e interétnicas no existen en su forma más pura. Dentro de las naciones hay varios estratos y grupos sociales, lo que los hace estrechamente interconectados con los aspectos políticos y económicos.
La importancia de las naciones en la vida política está determinada por el hecho de que muchos políticos y movimientos utilizan la cuestión nacional como su carta de triunfo en la lucha política.