Bielorrusia es uno de los socios más devotos y confiables de Rusia en el espacio postsoviético. Por supuesto, se produjeron períodos de enfriamiento en las relaciones entre países, pero incluso entonces continuó el desarrollo de la idea de un estado sindical. A finales de 2018, el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, entró inesperadamente en un conflicto abierto con las autoridades rusas, rechazando una mayor integración de su país y protegiendo su soberanía.
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Relaciones entre los dos países.
La historia de la unificación de Rusia y Bielorrusia dura unos 20 años, cuando se concluyó por primera vez el tratado de un estado sindical. Cada una de las partes durante todos estos años ha recibido sus ventajas de esta cooperación. Rusia aseguró el control de sus fronteras con la Unión Europea, la posibilidad de desplegar bases militares y, en los últimos años, bajo las condiciones de la política de sanciones, "amortiguó" las importaciones de países en la lista negra. Y Bielorrusia también hizo un buen dinero al suministrar a los vecinos rusos camarones, pescado rojo y piñas "locales". Y como resultado del empeoramiento de las relaciones entre Rusia y Ucrania, se agregó aquí la reventa de petróleo y gas.
Además, las autoridades de Minsk siempre podían contar con el apoyo financiero de Moscú: beneficios para gas, petróleo y otros recursos naturales, préstamos favorables y cancelación parcial de deudas. Tal situación hasta cierto punto convenía a ambas partes. Después de los acontecimientos en Ucrania, el líder bielorruso Lukashenko, aparentemente, sintió un peligro real para la soberanía del país, apreciando la anexión de Crimea y la guerra en el Donbass. En las relaciones de los estados fraternos se ha esbozado una apariencia de enfriamiento.
Lukashenko comenzó a comunicarse más con los vecinos europeos, a ser amigo de las nuevas autoridades ucranianas, actuando como mediador en las negociaciones con Rusia. Por cierto, se negó a reconocer la independencia de Abjasia, Osetia del Sur o la anexión de Crimea. Pero las autoridades bielorrusas no pueden romper abiertamente las relaciones con Moscú, de lo contrario tendrán un destino ucraniano poco envidiable.
Negarse a unirse
Hablar sobre la adhesión de Bielorrusia a Rusia fue mucho tiempo. La próxima ola aumentó en 2018, cuando Moscú anunció una reducción en el suministro de productos derivados del petróleo al estado vecino, lo que haría que Minsk sufriera pérdidas financieras significativas. Lukashenko dijo que en realidad se vio obligado a unirse gradualmente con Rusia a cambio de exenciones fiscales y otras concesiones financieras.
El gabinete de ministros, Dmitry Medvedev, a su vez, llamó a los pasos para crear un espacio común de impuestos y equidad el siguiente paso en la integración de los dos países en el marco del acuerdo de 1999 sobre el estado de la unión. En cuanto a la política económica de Rusia, está dictada por la difícil situación en el país y no por el deseo de obligar al estado vecino a unirse.