La blasfemia en el mundo moderno es la forma más común de expresar una actitud negativa hacia una persona, sujeto o cualquier situación. En una sociedad decente, el uso de malas palabras se considera inaceptable. En los medios de comunicación, las frases que contienen obscenidades son censuradas, y pronunciar palabras obscenas en un lugar público puede resultar en una multa o arresto.
La actitud de la sociedad hacia la alfombra.
Más del 80% de los ciudadanos de una forma u otra, al menos una vez en su vida, usaron palabrotas, alguien en voz alta y pública, alguien en voz baja, en un susurro, casi para sí mismos. La actitud hacia las palabrotas es muy ambigua y, con mayor frecuencia, depende del entorno en el que vive o trabaja una persona, más que del estado social y la edad.
La creencia generalizada de que los adolescentes juran a veces más que las personas maduras se estrella en las carreteras rusas, en los talleres de reparación de automóviles y en los establecimientos de bebidas sin experiencia. Aquí la gente no restringe los impulsos que salen del corazón, salpicando al interlocutor y a quienes lo rodean con la ola de su negatividad. En la mayoría de los casos, el uso del tapete está asociado con la falta de vocabulario o con el hecho de que una persona no puede expresar sus palabras y pensamientos de una forma más cultural.
Desde el punto de vista del esoterismo y la religión, una persona regañina se descompone desde adentro y afecta gravemente el espacio circundante, liberando energía negativa. Se cree que estas personas están enfermas con más frecuencia que las que mantienen la lengua limpia.
La blasfemia se puede escuchar en diferentes ámbitos de la vida. A menudo, en los medios de comunicación puede encontrar informes de otro escándalo con políticos famosos o estrellas de cine y espectáculos que han usado malas palabras públicamente. La paradoja es que incluso alguien que usa un tapete para unir palabras en una oración condena el comportamiento de las celebridades y lo considera inaceptable.