El Nuevo Testamento contiene información sobre la vida de Jesucristo, sus enseñanzas y asuntos terrenales, muchos de los cuales pueden llamarse milagros. La Biblia también habla de cómo murió el Mesías, sacrificándose en nombre de la salvación de la humanidad. La trágica muerte de Jesús marcó el final de su viaje terrenal, después del cual Cristo esperó la resurrección y la ascensión al cielo.
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Juicio de Jesus
La noticia de la muerte y la posterior resurrección milagrosa de Cristo suena en los templos de año en año y es percibida por muchos como algo familiar y ordinario. Al celebrar la Pascua, no todos los cristianos se dan cuenta de los trágicos acontecimientos que se produjeron tras la muerte del Salvador. Para entender qué tormento experimentó Cristo en el camino al Calvario y en la cruz misma, uno debe volver una vez más a los textos del Evangelio.
Antes de ascender a la cruz, Cristo predicó al pueblo su doctrina durante más de tres años. Unos días antes de la trágica muerte, Jesús llegó a Jerusalén, donde fue recibido por personas que lo consideraban el mensajero de Dios y un profeta que vino a aliviar el destino amargo y sin alegría de la gente.
Otros eventos tuvieron lugar en la víspera de la gran fiesta judía: Pascua, celebrada en honor de la liberación del pueblo israelí de la esclavitud egipcia.
El traidor de Cristo, Judas, durante la próxima reunión del Salvador con sus discípulos, dio el maestro a los fariseos y sumos sacerdotes. Los enemigos de Jesús lo acusaron de indignados con sus discursos, lo llamaron a la rebelión y se llamó a sí mismo el Hijo de Dios. Una corte de sumos sacerdotes encontró a Cristo culpable y digno de muerte. Sin embargo, la sentencia de muerte estaba en poder del fiscal romano Poncio Pilato. Enviaron a Cristo a él.
Después de hablar con Jesús, Pilato decidió castigar aproximadamente a este alborotador y luego dejarlo ir. Pero los sumos sacerdotes insistieron en una sentencia de muerte. Al ver que no se puede hacer nada, y la emoción de la gente está aumentando, Pilato, sin embargo, ordenó la crucifixión de Cristo, cediendo a la voluntad de los sumos sacerdotes y responsabilizándolos de la ejecución.