Nuestros predecesores, como en otros asuntos, y nosotros mismos, siempre soñamos que había prosperidad en la casa. Creían en los llamados signos de "dinero", que se suponía que enriquecían a la familia, y también realizaban varios rituales para atraer riqueza.
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En Rusia, entre los campesinos había una creencia: que la riqueza, la prosperidad y la felicidad reinaban en la casa, tenía que mantenerse en orden. La pureza en la cabaña rusa fue observada por la esposa del dueño de la casa, el guardián del hogar. Al mismo tiempo, la limpieza tenía que hacerse correctamente: venganza o lavar el piso, comenzando desde el umbral de la vivienda, de lo contrario, se creía que era posible barrer la riqueza de la casa, y el bienestar dejaría la cabaña del campesino.
La herramienta principal utilizada para restablecer el orden, la escoba tenía que mantenerse en pie, de lo contrario, la prosperidad pasaría por alto el lado de la vivienda.
Todos, jóvenes y viejos, conocen el proverbio ruso: no silbar, no habrá dinero. Este proverbio no fue desarrollado desde cero. En tiempos antiguos, al escuchar el silbato del ladrón, un viajero que tenía al menos una pequeña fracción de dinero con él sabía que si los ladrones lo robaban, se quedaría sin nada. La segunda explicación del dicho está relacionada con un viento de fuerza de vendaval, su terrible silbato, que podría traer grandes desastres para la economía campesina.
Y lo más importante, nuestros antepasados nunca dejaron perforar y cortar objetos en la mesa por la noche, creyendo que podían cortar el espíritu: el brownie, el patrón de la casa, asegurando una vida feliz en la familia.