La política económica del estado afecta tanto a las esferas externas como internas de su actividad. Uno de sus principales tipos es la política del mercantilismo.
Antecedentes
Desde el siglo XV, los estados europeos han intensificado sus esfuerzos en términos de relaciones internacionales, desarrollando relaciones económicas internacionales, y aparecen las primeras grandes organizaciones, como la East India Trading Company. Todo esto llevó a los economistas de esa época a crear un sistema de reglas y doctrinas expresadas en la política del mercantilismo, cuya idea principal era la participación activa del estado en la actividad económica del país y sus habitantes con el objetivo de acumular dinero, oro y plata.
El concepto de mercantilismo está estrechamente relacionado con el concepto de proteccionismo, la doctrina política según la cual las relaciones económicas con otros países son limitadas, la salida de capital y el consumo de bienes extranjeros están prohibidos.
Los principios de la política del mercantilismo.
En países de Europa como Inglaterra, Francia, Alemania y Austria, en los siglos XV-XVI. La política de mercantilismo se redujo a la acumulación de fondos en el país por cualquier medio. Estos objetivos se cumplieron mediante restricciones a la importación de bienes extranjeros, prohibiciones a la exportación de oro y plata del país, una prohibición de la compra de productos extranjeros a partir de ingresos derivados de la venta de bienes en el extranjero, etc. Con el tiempo, estas instalaciones fueron modificadas y cambiadas, y desde finales del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX, la política de mercantilismo se alejó gradualmente de las estrictas restricciones a la exportación de metales preciosos.
Mercantilismo tardío
A fines del siglo XIX, el mercantilismo ya era aceptado como la principal doctrina económica por todas las potencias europeas más fuertes. La interferencia artificial de las autoridades en la vida económica condujo no solo a consecuencias económicas positivas (aumento de la balanza comercial, crecimiento del PIB, mejora del bienestar de la población), sino también al desarrollo de apoyo tecnológico para la producción, aumento de las tasas de natalidad, reducción de la tensión social y mejora de la calidad de vida. Según historiadores económicos como Immanuel Wallerstein y Charles Wilson, una revolución técnica en Inglaterra en el siglo XIX no habría ocurrido sin la aplicación práctica de los principios del mercantilismo.
Implementar una política de mercantilismo será difícil si el país carece de recursos naturales. Esto significa la ausencia de producción desarrollada y, por lo tanto, la acumulación de capital se vuelve problemática.