La confesión es uno de los siete sacramentos de la iglesia en los que un cristiano puede embarcarse para recibir ayuda elegante, limpieza espiritual y crecimiento en la fe. De lo contrario, este sacramento se llama arrepentimiento y significa arrepentimiento ante Dios de los pecados personales.
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Toda persona ortodoxa comprende que el sacramento de la confesión es necesario para el alma. Sin embargo, no todos pueden permitirse, en la medida de varias razones, proceder con ello. A veces una persona simplemente no sabe qué decirle al sacerdote cuando se trata de confesarse. Y tales casos son muy comunes.
En primer lugar, la persona que lo desea debe estar mentalmente preparada para este misterio. Es muy difícil para un completo desconocido admitir toda la tumba. Pero uno debe tener en cuenta que un cristiano confiesa a Dios, por lo tanto, debe pedir perdón por los pecados de Dios y no del sacerdote. El pastor es solo un testigo que es el vehículo entre el Señor y el penitente.
Cuando una persona está decidida a embarcarse en una confesión, debe darse cuenta claramente de que no se puede ocultar nada. Para el sacerdote no importa, pero Dios lo sabe todo. Un cristiano debe saber que es imposible engañar a Dios.
El siguiente paso es reconocer tus pecados. Mucho no se puede notar, mucho no saber. Entonces una conciencia humana viene al rescate. Ella puede encontrar respuestas a muchas de sus preguntas. Para hacer esto, es suficiente mirar objetivamente, sin vergüenza, las profundidades de tu alma.
La siguiente etapa de preparación puede ser leer literatura comprada en el templo o tomada de amigos. Hay libros especiales sobre lo que son los pecados. Estas publicaciones son pequeñas. De ellos se puede entender al cristiano, que se relaciona específicamente con él. Por conveniencia, puede escribir los pecados en papel y luego leerlos en confesión.
El último y principal componente de la preparación para una confesión es una decisión firme de la voluntad de uno para tratar de vivir mejor, para tratar de no repetir el mal ya hecho. En el caso de la manifestación repetida de pecados (y esto sucede con todas las personas), el sacramento de la confesión puede comenzar una y otra vez. Así es como un cristiano purifica gradualmente su alma y se esfuerza por vivir de conformidad con las normas de la fe cristiana.