El fenómeno de la conciencia ha ocupado las mentes de los pensadores desde la época de las primeras civilizaciones. Cada cultura y sus cultos religiosos asociados formaron su propia idea de la fuente, el desarrollo y el propósito de la conciencia, pero en general convergen estas ideas: tanto las religiones abrahámicas como las védicas distinguen claramente entre los conceptos de conciencia y alma.
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Las religiones monoteístas abrahámicas: el judaísmo, el islam y el cristianismo, definen la conciencia como un todo indivisible, que pertenece exclusivamente a la dimensión terrenal. Estas religiones identifican la conciencia con la personalidad terrenal del hombre, formada por la educación y el medio ambiente, ven en ella la causa de todos los actos y pecados indecorosos, así como un obstáculo para el crecimiento espiritual y la salvación del alma, que se reconoce como el objetivo principal del camino de la vida en las religiones abrahámicas. Las fuentes literarias del judaísmo, el islam y el cristianismo llaman a la conciencia una entidad ilusoria y falsa que puede convertir a una persona en esclava de sus necesidades terrenales, y consideran necesario suprimir las manifestaciones de dicha conciencia, promoviendo diversas restricciones y un estilo de vida ascético.
Tanto en las religiones abrahámicas como védicas, la conciencia se presenta como una especie de "superestructura" que una persona crea durante su vida terrenal, una especie de "interfaz" del alma que le permite funcionar en la realidad y cumplir con las tareas de la vida.
Además, en las religiones védicas: brahmanismo, hinduismo y budismo, la conciencia no se considera una entidad falsa, sino solo un producto de una mente activa, detrás de la cual se oculta la verdadera esencia espiritual del hombre. Al igual que en las religiones abrahámicas, las prácticas espirituales del hinduismo y el budismo tienen como objetivo debilitar el poder de la conciencia para que el alma pueda manifestarse por completo, y el portador es un ser humano, lograr la iluminación, el bodhi. Pero estas prácticas espirituales y físicas no dan la bienvenida a la supresión completa de la conciencia, no reconocen su manifestación como pecaminosa o impura. Las religiones védicas no equiparan la liberación del poder de la conciencia con su negación, de hecho, igualando la conciencia terrenal y el alma de una persona en sus derechos.
Las religiones abrahámicas caracterizan la conciencia como indivisible, falsa y finita. Los védicos dicen que la conciencia, como el alma, no tiene principio e infinita. Además, en el hinduismo y el budismo crearon una clasificación detallada de los estados de conciencia con el propósito de practicar la liberación del alma del poder de la mente consciente.
Entonces, en el budismo, la conciencia a menudo se identifica con la percepción y se distinguen cinco categorías de conciencia, de acuerdo con los órganos sensoriales. Y desde el punto de vista del micro y macrocosmos en el hinduismo y el budismo, hay cuatro estados de conciencia: despertar, soñar con sueños, dormir sin sueños y turiya, un estado de completo despertar espiritual. También en el budismo, la conciencia se caracteriza como un proceso de cognición o conciencia, que, en consecuencia, tiene cuatro niveles: conciencia en relación con uno mismo, con los pensamientos, sentimientos y la realidad circundante.