Se erigió un monumento a un perro llamado Hachiko en la capital de Japón, Tokio. Sucedió el 21 de abril de 1934. Este monumento representa la verdadera devoción y lealtad de los perros a sus dueños. Este tema debería tratarse con más detalle.
¿Por qué un perro llamado Hachiko puso un monumento?
Todo comenzó en 1923. Fue entonces que el 10 de noviembre nació un cachorro de la raza act. El cachorro fue regalado a un profesor que trabajaba en la Universidad de Tokio. Fue este profesor quien le dio al cachorro el apodo de Hachiko. Traducido del japonés, "hachiko" es "octavo". El cachorro se ganó ese apodo por convertirse en el octavo perro en la vida del profesor. El cachorro creció como un perro muy fiel y fiel: siempre y en todas partes siguió a su amo, viéndolo ir a trabajar y reuniéndose desde allí. ¡Es sorprendente que Hachiko llegó a la estación de Shibuya para encontrarse con el profesor a tiempo!
En mayo de 1923, un ataque al corazón mató a un anfitrión de Hachiko, un profesor llamado Hideasaburo Ueno. Aquí es donde comienza la prueba del tiempo. El perro en ese momento tenía solo 18 meses de edad, y continuó reuniéndose y esperando a su amado amo en la misma estación. Todos los días, Hachiko venía allí, esperando al profesor. El perro yacía en la estación desde la tarde hasta el anochecer. El perro pasó la noche en el porche de la casa del profesor, que estaba bien cerrado, porque no había nadie para vivir en él.
Los familiares y amigos del profesor Ueno trataron de llevar a Hachiko consigo mismos, pero todos sus intentos fracasaron. El perro se resistió en todos los sentidos y continuó llegando a la estación de Shibuya en anticipación de su amado maestro. Tal lealtad y fidelidad sorprendieron a los trabajadores de la estación de ferrocarril, los vendedores locales y los transeúntes regulares. Pronto, la imprenta se interesó en el brillante acto de Hachiko.