La globalización es la transformación de un fenómeno de la escala de un país a un fenómeno de clase mundial. Es decir, lo que una vez concierne a un estado o parte de su territorio, en el proceso de globalización comienza a afectar directa o indirectamente a todos los habitantes de la Tierra.
El principal resultado de la globalización es la división del trabajo a nivel internacional, la migración generalizada de recursos humanos y productivos, la estandarización internacional de los procesos técnicos y económicos, así como la penetración mutua de las culturas de los diferentes estados.
La globalización abarca todas las esferas de la vida pública y, como resultado, el mundo se vuelve más dependiente de sus partes individuales. Sin embargo, el proceso de globalización se puede rastrear especialmente en la economía: se están formando mercados globales y se están integrando varios sectores de la economía mundial.
A fines del siglo pasado, la integración mundial alcanzó un ritmo particularmente rápido, esto fue facilitado por la caída del telón de acero y el colapso de la URSS, así como por la inclusión activa de China en la economía mundial y el poderoso desarrollo generalizado de la tecnología de la información.
El fenómeno de la globalización tiene consecuencias positivas y negativas. Además, varios expertos, científicos y políticos suelen interpretar las mismas consecuencias de la globalización de diferentes maneras. Por lo tanto, es obvio que como resultado de la globalización, se está formando un único sistema económico transnacional, y las fronteras interestatales hoy en día son cada vez menos significativas con cada década. Esto se evidencia por la creciente tasa de migración de personas de diferentes países alrededor del planeta. Potencialmente, esto conducirá a la formación del llamado "sociomonolito", indivisible por los signos nacionales, políticos, religiosos y de otra índole de la sociedad. Algunos consideran que esta es una buena tendencia, mientras que otros abogan por la preservación de las culturas y economías individuales en cada país.
Al mismo tiempo, es obvio que la formación de una sociedad integral indivisible es una consecuencia inevitable del proceso de globalización, que está ganando un ritmo cada vez más rápido en la actualidad. Y el resultado más positivo de una unificación tan global del mundo puede ser la solución de uno de los problemas más serios de una escala planetaria que no ha abandonado nuestro planeta durante miles de años: la amenaza de guerras interétnicas y enfrentamientos armados.
Existe un movimiento social y político de opositores a la globalización: antiglobalistas. Sus miembros son a menudo destacados científicos, economistas, figuras públicas y otros activistas que critican el proceso de integración económica, política y cultural global en una sola comunidad mundial.