En una de las semanas preparatorias para la Cuaresma Santa, la Iglesia Ortodoxa recuerda la parábola del evangelio contada por Cristo sobre el hijo pródigo. En esta narración del evangelio, uno puede encontrar significado para cada persona que aspira a Dios.
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El evangelista Lucas cuenta la parábola de Jesucristo, en la cual el Salvador habla sobre el hijo pródigo. Un hombre rico tuvo dos hijos. Una vez, uno de ellos decidió abandonar la casa de su padre, pidiéndole a él una parte de sus bienes materiales como herencia de su existencia. Un padre amoroso no interfirió con su hijo en su búsqueda, aunque el corazón de los padres sintió tristeza. El hijo desagradecido recaudó fondos y se fue de casa.
En tierras lejanas, el hijo malvado abucheaba, pero llegó el momento en que se acabó el dinero. El personaje del evangelio no tenía nada para comer, no tenía refugio. Y entonces el hijo recordó a su padre. Decidió regresar, arrepentirse y pedir perdón, esperando que su padre lo tomara como uno de sus empleados.
Cuando el hijo se acercaba a la casa de su padre, su padre lo vio y salió a su encuentro. El hijo ingrato comenzó a orar por perdón, diciendo que ya no era digno de ser llamado hijo. Un padre amoroso abrazó a su hijo, ordenó a los sirvientes que prepararan un banquete, que mataran al mejor ternero, que vistieran al joven con ropas ricas. El padre se alegró de haber recuperado a su hijo perdido.
El segundo hijo de su padre en este momento llegó a casa y vio alegría, lo que no podía dejar de causar desconcierto. Le preguntó a sus padres sobre la ocasión de tal evento. Después de escuchar la explicación, el hijo se indignó. Se quejó con su padre de que era tan amable con su malvado hermano. Sin embargo, el padre tranquilizó a su hijo y le explicó que la gran alegría era que el hijo pródigo había regresado.
Esta parábola se explica por el hecho de que Dios nunca rechaza a los pecadores. Cristo en otra parte del evangelio dice que la alegría en el cielo ocurre más por un solo pecador arrepintiéndose que por 99 personas justas. Aquellas personas que tratan de vivir con Dios tienen la oportunidad de mejorar continuamente. Pueden estar con su Creador celestial, que en sí mismo es una bendición para el hombre. Pero el pecador que se ha alejado de Dios no tiene esa oportunidad. Por lo tanto, cuando una persona recupera su camino hacia su Padre celestial a través del arrepentimiento y el deseo de corregir la vida, Dios acepta al pecador. Dios quiere que una persona abandone su vida pecaminosa y regrese a su tierra celestial, porque esto muestra el libre albedrío del hombre en la búsqueda del bien.
La ortodoxia ve en el hijo pródigo de casi todas las personas, porque no hay personas sin pecado. Es por eso que el arrepentimiento de cualquier persona, de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Ortodoxa, causa alegría en el cielo.